El Ayuntamiento de Miera al que visité en esta ocasión, tiene una extensión de 33.80 km2 y once núcleos de población, Ajanedo, La Cantolla, La Carcoba, Irias, Mirones, Mortesante, los Pumares, Solana, La Toga y La Vega, muchos de ellos jamas había oído su nombre, en cuanto a los habitantes tiene muy pocos 400, es de los Ayuntamientos que se están despoblando.
El municipio cuenta con importantes yacimientos arqueológicos que evidencian la ocupación de estas tierras por poblaciones prehistóricas desde el Paleolítico. De ellos destacan las cuevas de El Salitre, en Ajanedo, Piélago I y II y Rascaño, en Mirones, que han proporcionado una completa estratigrafía de los periodos Auriñaciense, Magdaleniense y Aziliense. En torno al año 1000 se estableció también uno de los más antiguos monasterios documentados de la repoblación de Cantabria: el de Santa María de Miera, del que ya existen referencias en el siglo XI y al que, en 1155, Alfonso VIII otorgó un privilegio. A él estaban sujetos otros centros monacales como los de Cayón o Carriedo. Con posterioridad, esta abadía pasó a integrarse en la de Santander, según se refleja en 1351 en el Becerro de las Behetrías, si bien los derechos señoriales correspondían a la Casa de Agüero.